Un rincón donde comparto los hábitos que me están ayudando, cómo me va con ellos, y reflexiones reales sobre volver a enfocarme, hacer resets cuando lo necesito y seguir creciendo poco a poco. Si estás buscando hábitos bonitos para implementar o simplemente necesitas recordarte que vas bien, este espacio también es para ti. 🫶
A veces siento que el tiempo corre tan rápido que ni siquiera me doy chance de detenerme y verme de verdad. Medio año puede parecer un punto cualquiera en el calendario, pero para mí es una invitación suave a pausar, a mirar hacia adentro y escuchar qué está pasando en mi corazón y en mi mente.
No se trata de hacer una lista de cosas por hacer ni de corregir lo que hice mal —para nada. Más bien, es abrir un espacio amable para reconocer quién soy hoy y todo lo que he vivido hasta ahora.
Hoy te invito a que detengas ese ritmo por un momento, a que te regales un respiro sincero. No para hacer más, sino para ser más contigo. Para escuchar qué has vivido, qué has aprendido y cómo quieres seguir caminando.
Este no es un momento de juicios ni presiones; es un espacio donde puedes mirar tu historia con cariño, agradecer lo que te ha hecho crecer y, quizás, soltar aquello que ya no suma. Una pausa para reencontrarte, para sentir, para elegir con el corazón.
Vamos juntos en este reset de medio año, con la intención de cuidarnos y acompañarnos en el camino.
A veces, nuestro espacio físico refleja cómo estamos por dentro. Limpiar y ordenar tu cuarto es mucho más que acomodar objetos; es un acto de amor propio que te ayuda a sentirte en calma.
Vacía esos cajones. Al dejar ir lo que ya no usas o necesitas, abres espacio para lo nuevo, para lo que te nutre y te hace bien.
Borra lo que ya no suma. Fotos, conversaciones, contactos, aplicaciones, archivos… Suelta lo que ya no te sirve o que simplemente ya no quieres cargar. Esto va más allá de liberar espacio en los dispositivos: es soltar memorias, hábitos o energías que quizás dejaron de ser útiles o que, simplemente, ya no resuenan contigo.
Cada objeto que queda, cada recuerdo que decides guardar, es un reflejo de tu presente y de la intención que pones en este nuevo ciclo que empieza.
Llegar a la mitad del año es un buen momento para detenernos y revisar qué tanto hemos avanzado en esas metas que nos planteamos al principio del año. No se trata de evaluarnos con severidad, sino de hacer un balance realista y honesto.
Lee las metas que escribiste al inicio del año. ¿Cuáles de ellas has cumplido? Anótalas. Reconocer lo que ya lograste te da una base sólida para seguir adelante.
Mira también aquello que ya no tiene sentido continuar. ¿Hay metas que perdiste interés, que dejaron de motivarte o que ya no encajan contigo? No pasa nada si decides dejarlas ir. Hacerlo te permite enfocar tu energía en lo que realmente importa.
Después, reflexiona sobre lo que has aprendido hasta este punto. ¿Qué descubriste sobre ti mismo, tus capacidades o tus límites? ¿Qué obstáculos enfrentaste y cómo los sobrellevaste?
Finalmente, haz espacio para agradecer por todo lo vivido: los éxitos, las experiencias difíciles, los cambios y las lecciones. No para quedarte en el pasado, sino para valorarlo y usarlo como impulso para lo que viene.
Después de mirar con honestidad lo que has vivido, también se vuelve natural preguntarte hacia dónde quieres caminar. No como una exigencia ni como una lista interminable de deberes, sino como una oportunidad para poner intención en lo que viene.
Esta etapa del año es como un lienzo en blanco a medio pintar: ya hay historia, pero todavía hay mucho por crear.
Al escribir nuevas metas, es importante que sean realistas. No porque haya que pensar en pequeño, sino porque lo realista te sostiene. Te ayuda a avanzar sin frustrarte, a construir desde donde estás y no desde donde crees que “deberías” estar.
Puedes usar alguna herramienta que te dé claridad, como el método SMART: que tus metas sean específicas, medibles, alcanzables, relevantes y con un tiempo definido. No es una regla, pero puede ser un buen apoyo para transformar intenciones en acciones posibles.
También ayuda dividirlas por áreas: personal, emocional, académica o laboral, económica o familiar. A veces no se trata de abarcarlo todo, sino de empezar por lo que más necesita atención hoy.
Y no, no necesitas lograrlo todo de golpe. Las metas pueden descomponerse en pasos más pequeños. No todo se transforma de un día para otro; muchas veces, el verdadero cambio ocurre en lo cotidiano, en esos pequeños actos que sostenemos con constancia.
Pregúntate: ¿Qué deseo para mí en estos próximos meses? Y deja que, desde ahí, todo empiece a tomar forma.
Una parte esencial de este reset es recordarte que el cuidado interior también se prepara. Así como haces limpieza o planeas tus metas, también puedes construir un refugio emocional al que volver cuando te sientas abrumado, cansado o desconectado de ti.
Empieza por buscar frases o palabras que te inspiren. Esas que, cuando las lees, te hacen respirar más profundo o sentirte acompañado. Escríbelas en una libreta, en notas sueltas o en lugares visibles. No tienen que ser perfectas: solo tienen que resonar contigo.
Luego, arma tu “caja de primeros auxilios emocionales”. Puede ser literal o simbólica, pero que contenga cosas que te reconforten: una carta escrita por ti mismo, un aroma que te tranquilice, texturas suaves, música que te abrace, fotografías, snacks reconfortantes… Lo que te ayude a sentirte mejor.
Este acto de anticipar el autocuidado es una forma profunda de amor propio. Te estás diciendo: “yo me cuido, incluso cuando no me siento bien”.
Y no olvides los límites. No solo con los demás, sino también contigo. A veces se trata de dejar de seguir a alguien en redes sociales, apagar el celular una hora antes de dormir, permitirte descansar sin culpa, o dejar de exigirte más de lo que puedes dar.
Poner límites no es cerrarte, es cuidarte. Es reconocer que tu tiempo, tu energía y tu atención merecen respeto. Los límites no se ponen una vez: se sostienen. Y protegerlos es una forma de decirte a ti mismo: yo importo.
Todo esto —tus frases, tu caja, tus límites— es una forma de prepararte para seguir caminando más acompañado de ti mismo. Y en ese camino, saber que tienes a dónde volver cuando lo necesites.
No hace falta hacer algo grande para cerrar este momento. A veces, basta con reconocer que lo hiciste. Que te diste el tiempo, que te leíste con atención, que pusiste en palabras cosas que muchas veces se quedan en silencio.
Este reset no busca transformar tu vida en un solo día. Busca acompañarte. Ser una pausa honesta entre todo lo que vives, para volver a verte con más claridad.
Cierra este momento como quieras: guardando tus notas, contándole a alguien lo que escribiste, o simplemente haciendo algo que te guste. A lo mejor es tomarte un café con calma, poner tu canción favorita, o simplemente seguir con tu día sabiendo que ya diste un paso importante.
A veces cuidar de ti es así de sencillo.
Y no, no siempre se siente mágico.
Pero sí cuenta.
Y mucho.
Y si en algún momento quieres contarme cómo te fue, cómo te sentiste o cómo haces tú tus propios resets,
aquí te dejo mi Instagram
estaré feliz de leerte 🫶